martes, 2 de diciembre de 2014

El mismo banco del mismo parque

Y ahí estaba. Sola. Sentada en el mismo banco del mismo parque en el que quedaron la primera vez. El mismo banco en el que se dieron su primer beso. El mismo banco en el que también se dieron el último. Aquel banco que había visto tantos besos, tantos abrazos. El mismo banco en el que habían peleado y en el que posteriormente se habían reconciliado. El banco en el que él tocaba los acordes de alguna canción y ella la cantaba siguiendo el ritmo. Solo había una diferencia, que no estaba él. O eso creía ella. Cuando las primeras lágrimas empezaban a caer por sus mejillas, oyó el sonido de una guitarra detrás de ella. Y no sonaba cualquier canción. Su canción. Sin darse la vuelta, empezó a cantarla y posteriormente la voz de él se unió a la suya. Por fin se dio la vuelta y le vio allí, exactamente como le recordaba. Cantaron la canción con más fuerza que nunca, sin dejar de mirarse a los ojos, hasta que esta acabó y aquel viejo banco volvió a vivir un beso de esos dos locos enamorados.

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