viernes, 14 de agosto de 2015

Personas que no duran para siempre

Echar de menos algo que nunca has tenido, o que quizás siempre haya estado ahí. Algo así como no darte cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes. Puede que ella supiera que eso no la convenía, que esa persona no era buena para ella, pero a la vez algo la cegaba. Con él todo era mas fácil. Conseguía que el
día mas gris tuviera un arco iris. Que cualquier cosa tuviera su punto positivo. La hacia darse cuenta de que había alguien a quien le gustaban sus defectos. Le gustaba lo cabezota que era, su gran torpeza y su miedo. Miedo a perderle, a perderse a si misma. Era capaz de hacerla sonreír en los peores momentos. Hacia que si al mirarme al espejo aparecían defectos, estos se fueran de su mente tan rápido como venían. La recordaba siempre que podía que ella era genial así como era, que no tenía que cambiar nada. A todas horas la recordaba que la quería, ya fueran las dos o las cuatro de la mañana. Conseguía que un insulto fuera la palabra mas bonita del mundo. Pero llegó el momento en el que era todo para él, y nada a su lado. Y se fue, sin dejar pistas y sin ninguna intención de volver.

domingo, 5 de julio de 2015

Ese botón

Un botón. Miles de palabras que nunca llegarán. Un botón. Cientos de sentimientos que nunca podrán ser expresados. Ese botón, con el que hicieste que no pudiera decir nada más. Ese boton con el que conseguiste que por una vez manteniera la boca cerrrada y no dijera nada. Ese botón por el cual nunca podré volver a decirte nada. Ese botón que hace que me pase las noches hablando sola, mandando mensajes que sé que nunca van a llegar a nadie. Ese botón con el que yo podría haber evitado que pasara todo esto. Ese botón que pulsaste en el momento más insospechado. Ese botón que me hace sentir como una idiota.

sábado, 14 de marzo de 2015

Obligarme a no verte

Todos me dicen que te olvide, y yo lo intento pero no puedo. Siempre me ha costado mucho olvidar a la gente, y justo ahora después de unos meses sin tener noticias tuyas, después de algún encuentro antes de Navidad y de alguna mirada en el pasillo, había conseguido olvidarte. Lo tenía claro, estabas más que superado, me daba igual encontrarme contigo y pasaba de tus miradas o tus codazos supuestamente sin querer. Pero una maldita noche en la que no conseguía dormir, se me ocurrió coger el móvil tan solo para comprobar cuanto tiempo llevaba dando vueltas en la cama. Eran las dos menos veinte y tenía un whasap, algo extraño ya que finalicé las últimas conversaciones alrededor de las once. Con cierta curiosidad desbloqueé el móvil para comprobar de quien era el mensaje. Era tuyo. Todo iba demasiado bien así que algo tenía que estropearlo ¿no? Leí y releí tu mensaje millones de veces, un mensaje de una sola palabra, una palabra a la que no le encontraba mucho sentido. Yo sin poder evitarlo contesté, y ahí empezó a arder Troya. Primero discutimos, luego nos reprochamos cosas y luego lo mezclamos todo. Estuvimos así hasta las tres menos diez, cuando te desconectaste y no volviste. Desde entonces, sigo dándole vueltas a todo, tengo que obligarme a no verte, e intentar volver a olvidarte. No es fácil, no me dejas que sea fácil, estás en todas partes, a todas horas. Cuando entró a clase por las mañanas, subes justo a la misma hora que yo; cuando salimos al recreo, siempre vas delante o detrás mía, al igual que al volver a clase; cuando tengo que ir a otra clase, siempre me cruzo contigo. Y siempre que me tropiezo es o contigo, o por tu culpa. 

sábado, 24 de enero de 2015

Lo mejor del 2014

Aunque ya hace casi un mes que empezamos el 2015, todavía hay gente que me pregunta por mi mejor momento del año 2014. Cuando te hacen una pregunta como esta no es fácil contestarla, ya que tienes para elegir algo de entre 365 días, 8760 horas, 525600 minutos, 31536000 segundos... Este año ha sido uno de los más movidos de mi vida, estaría en la lista de los peores pero también en los primeros puestos de la lista de los mejores. Ha habido momentos duros, de llantos y lágrimas. Muchas personas han salido de mi vida. Hubo personas, una en realidad, que entro en mi vida muy rápido y así de rápido se fue, dejándome destrozada. Pero no todo han sido cosas malas, personas que ya estaban ahí, siguen conmigo otro año más. Y otras muchas nuevas han entrado. Algunas ya estaban ahí, como estrellas tapadas por una nube, que puede que no las veas, pero están. Y luego están las completamente nuevas, una de las mejores cosas de este año sin duda. Recuerdo perfectamente el día que mi padre me despertó y me dijo ''vístete, desayuna y arréglate. Coge un bikini''. Yo la verdad ni siquiera sabía donde íbamos, y cuando llegamos y llego el momento de presentarme gente de ''mi edad'', me presentaron a tres chicos que en ese momento me parecían demasiado altos. Me sacaban unos dos años y tres cabezas. Y luego llegaron las chicas, dos un año más mayor y una un año más pequeñas. Me acuerdo que me apoyé en el coche y no hablaba con nadie, ya que por un lado se conocían las chicas y por otro los chicos. Hasta que me dijeron que fuera con ellos. Consiguieron que la persona más tímida del planeta, se sintiera completamente segura y a gusto. Fue uno de los mejores días del verano, lleno de risas, aguadillas y empujones por la espalda. Quedamos más veces, muchas más. Fuimos a piscinas, a pueblos, a hacer caminatas y a subir montañas; de día y de noche, pero siempre juntos. Con estar juntos lo demás daba igual. Y llegó el día en el que mi padre llegó a casa y me dijo que nos íbamos todos juntos de vacaciones menos dos de las chicas que no podían venir. Me pilló tan de sorpresa que no sabía ni que decir. Ahora si se que decir. Una de las mejores vacaciones de mi vida. Asturias nos echa de menos, por esta y muchas más veces.

domingo, 11 de enero de 2015

Hoy soy más fuerte

Hoy, mientras caminaba, tenía una extraña sensación que me decía que me iba a encontrar contigo. Aunque siendo sincera, todas las tardes que volvía caminando tenía la misma sensación. Pero hoy era distinto. Me daba igual encontrarme contigo, sentía que no me afectaría. Y mi intuición no se equivocaba. Al girar hacia la calle principal, ahí estabas tu, apoyando en uno de los blancos muros del hospital, algo despistado. Normalmente nos habríamos mantenido la mirada sin decir nada pero esta vez no fue así. Cuando te diste cuenta de mi presencia, pinté la mejor de mis sonrisas, puse la cabeza bien alta, subí a tope la música del Ipod  y pase por delante tuya, tarareando la canción que tanto me gustaba y que ahora salía por las auriculares entrando directamente por mis oídos. Y tu mientras me seguías con la mirada. Notaba tu mirada primero en mi nuca y luego en mi espalda. Y cuando doblé la esquina comprobé que tu mirada estaba puesta donde mi espalda deja de llamarse espalda. Pero me daba igual, seguí caminando hasta llegar a mi destino y notar que la gente me miraba y entonces me dí cuenta de que seguía cantando y había subido bastante el volumen. Pero me daba igual, igual que tu, ya no me importa lo que hagas, lo que digas o lo que mires. Ya no me importas tú. Porque hoy soy más fuerte.