¿Puede doler el no estar enamorada? ¿Puedes echar de menos las mariposas, las miradas y las cartas?
¿Puedes incluso echar en falta lo malo? ¿Puedes querer volver a sentir el dolor cuando él elegía a otras o todas las veces que rompió tu corazón? ¿Puedes echar de menos el echar de menos? ¿Puedes querer volver a pasarte las noches en vela pensando en esa persona? ¿Puedes querer repetir las discusiones solo por volver a hablar? Sí, puedes.

Cierra los ojos

Cierra los ojos, ciérralos un instante
y dime que es lo que ves.

Ábrelos, mírame y vuelve a cerrarlos
¿qué es lo que ves ahora?

Dame la mano despacio, sin prisa;
tranquilo, no me iré.

No abras los ojos, 
no todavía.

Recuerda todo lo que hemos vivido juntos,
cada sonrisa que me has sacado,
y todas las que he conseguido sacarte yo a ti.

Cada vez que conseguiste animarme,
cada vez que hiciste que al mirarme al espejo no solo viera defectos.

Cada desamor que tuviste,
en los que yo estuve ahí,
recogiendo todos y cada uno de los pedazos de tu corazón roto.

Cada mensaje que me mandaste en los momentos difíciles,
en los que lo único que quería era llorar, 
pero tu estabas ahí secando mis lágrimas.

Recuérdalo todo y piensa solo en eso durante un instante.

Ahora suelta mi mano,
no, no abras los ojos.

Visualiza mi cara, 
sí, en tu foto mía favorita,
esa en la que salgo sonriendo en la playa, esa.

Y ahora quédate con esos recuerdos,
porque yo me voy.

Como tu hiciste hace tiempo;
ahora te toca a ti, vivir sólo de recuerdos.